Blogia
ALTILLO

monólogo de madera

podría convertirme en rama de árbol
y nadie me creería
que alguna vez fui ave,
pero aún así
                me prefiero                  raíz;
extender cada uno de mis dedos
a tus rincones sombra
y calcular extensiones falángicas
y dibujar en el tiempo (que flota)
y deletrear sin sones
y escupir bostezos
al aire
       (que transcurre).
 
una sensación de vacío,
de despedida cerrada al vacío digo,
atenta al paso del tiempo.
y también atenta, ella (atencionadamente).
lo tienta.
contra él.
aten
ta.
          ay.
con bombas de ojos a medio cerrar.
quedan en la esquina sin árboles
de pie, como lo que eran, estaban, miraban, pretendían.
y desde esa línea
                        y desde este arrepentim i e n t o
                        en forma de posdata
ah, línea
que supone en cada extremo
un par de ojos que se
des-hacen. y que existen ahí
hasta el nosvemos final.
hechos, nueces, los ojos -azules-
siempre nueces azules de difícil digestión.
sin
   bordes y sin gusto
amargo
tan sólo porque no fue degustado el chau. de él
mientras escalaba el retorno a sus sábanas
-desde donde había escapado varios siglos atrás-
argumentó:
quizás no alcancen a llegar los dedos del sillón,
hasta la piel de la madrugada
y
cuando vuelve el viajante se pregunta
-todo estaba así cuando me fui?-
los paisajes justifican los viajes,
la duda, dijo ella.
los recuerdos bailan al ritmo
de los inoportunos, los sonrientes
amanecedores con licencia
amigos desde otro tiempo sin luces.
 
ella, para esta época del año
ya se debe haber vuelto mariposa.
él, se miró las manos con los tallos
propios del otoño y esperó
de nuevo sus hombros,
sus hombros
tan para dormir
acaso devenidos en alas.
 
o
quizás tampoco ocurra nada de lo
que
debería,
y tomo un vaso agua
                                             color verde.
y dejó caer la cabeza
en el hombro de madera.
hasta quedarse dormido hasta la primavera.

 

0 comentarios