Blogia
ALTILLO

monólogos

e saletra

hace tiempo que
cada letra
que brota de los dedos
tiene forma de cualquier
letra menos de letra e
de los dedos brotan
diptongos amarillos

la letra e
baila donde bailan las estrellas
por ejemplo en el aire
que queda entre tu lengua y la mía
cuando se besaban
aún tengo tu gusto en mis dientes

por eso
no es que no quiera escribir
las vocales
sólo que la letra e
es más débil
que todo el abecedario soplado
y éste es mi secreto

y a mí lo que
menos me importa es la fortaleza
de las consonantes
y los secretos de los que bailan
fuera de mi boca

y las vocales, ay las vocales
no son más que horribles monosonidos
que me lastiman

que me lastiman
e.

octava

-hay gente que gira
alrededor de un planeta
quieto, estático
-hay dedos que brindan
con aguas de lluvia
con peces de hielo
con anillos prestados
con piezas musicales de fondo, teloneras
-están bailarines, hadas, utópicos
tiempos pluscuamperfectos
cada fonema
-vienen las palmas
para quien las merece
y huyen mis palabras
para quien las conoce
es decir, para quien las protege
-mis siempre pretenciosas pupilas
bailan
alrededor tuyo
sin
límites concretos
como una ronda de
modificadores indirectos
-y tu boca que
cada vez se parece más a un telón abierto
logra estirarse
hacia los trópicos y se convierte en sonrisa
perfecta

DEDOS
de los dedos del mundo
ya hemos hablado
dijimos
pavadas, certezas, tesis.
comparamos tu dedo
con árboles
                  sin ramas
con jabalinas
                     olímpicas
con puentes
                     entre tu mano y la piel de mis huesos
con piernas de duende
                                     pero más largos
con brazos de estrella de mar
                                                pero un tanto más salados
con infusiones para el dolor de panza
                                                en dos minutos bebo en tu lengua un té de menta

hoy me caí de las sábanas
9.8
era un mundo diferente

consistía en plásticos
huesos, músculos, reparos, arterias, recuerdos, píloros
blando, laxo
funcionalmente desgastado
lleno de espacio por llenar
plastilina que se estiraba tanto
tantísimo
que pensé que yo terminaba lejos de mí
incluso
más allá de donde llega mi sangre
alcanzaba a ver los soles del horizonte
(éso con mis ojos)
pero con mi s piernas
caminaba los mapas
me sentaba en tus rodillas
que me las imaginaba como ve cortas altísimas
el planeta me llegaba a la cintura
y yo prefería aguantar
la respiración
y dejaba colgar la baba del diablo
y parecía que no decía nada
pero sólo por no ahogarme parecía
tal cosa

dato curioso del asunto descripto:
1.
mi voz.
brillante.
una octava de dios
por un instante.
2.
vos
estés donde estés,
siempre unos dedos
más allá de mi alcance

menta

un jarrón de luz
en medio de la sala
y un hombre-tiempo que
se sobresalta a cada instante
muy colorido el paisaje
muy ágil será tu dedo
en tu dedo hay diamante
y en mis lenguas hay augurio
de mujer enmentolada
que palpo
delgada
palpante

no vendrán
a juntarme
ni vendrán por la tarde

son diminutos payasos,
señores de este tamaño
que bailan
sobre espaldas antiguas
sobre piedras y años
y mis súbitas gotitas de clorofila
y tus siempre perfecto detalle minusválido
guardan un único complot
cuando ríen
lo hacen con la sonrisa fechada
en marzo del tresmil
del corriente verano

no vendrán
a recitarme
tampoco mañana en la hora del color

la luz y el jarrón
en dos rincones que no parecen
opuestos ni pensados
y el hombre ahora pudo con su alma de braile,
en el medio se autotitula pintor,
el pintor de tu rostro
y en la sala siempre está
volviendo todo
cromático nocturno
cromática mañana

7 palabras claves:
mujer, menta, pintura, horas, luces, pocas, casi negro

 

marcianos

cuando se piensa en marcianos
se pueden
cometer 6 errores
habituales

¿tengo seis razones en forma de lengua?

1.
los marcianos
no cuentan historias fantásticas ni
impresiona verlos
bailando entre goteras:
chapotean,
salpican,
habitualmente son grises
o negros descoloridos desde hace
instantes


¿cuál es mi perfil preferido de vos?

2.
las deudas
las pagan con
versos sonoros, y suenan
coloridos y dátiles,
a los satélites los numeran
con números habituales
y habitualmente
a mi me hacen
sonreir,
más por dentro
que por fuera

¿los dioses pueden ver cuando pestañeo?

3.
mis abuelas
no creen que ellos
prolonguen el tiempo
de caída de una manzana
desde
mi garganta a tu estómago
y para demostrar su teoría
mis abuelas
estornudan
almanaques

¿qué dedo usa tu mano para señalar?

4.
un señor de bigotes azules
nunca podría ser un marciano

¿cuándo fue que me senté sobre tu sombra?

5.
los años de las piedras
son el patrimonio
de la playa
donde desembarcan cada cinco eternidades;
y es probable
que allí no quede ni medio
marcianito

¿si yo soy música, bailan para mí?

6.
se sacuden
y
el viento
sabe por viento
y la arena siempre entre los dedos
y el agua
y el fuego
quieto
me despeino,
soplo viento
freno y me pregunto
¿te despeiné a vos marcianita?

 

 

monólogo unimembre

el sujeto es                             cielo

y planea
cerca, tan cerca de las nubes
que baila al son del viento
que hoy empuja las palabras
pero


el predicado es                       tierra

y no le interesa las alturas de los vientos
y no cree en las nubes de palabras
ni sones, ni baile, ni planea
 
 
juega, sujeto. imagina, sujeto
e impone tres reglas que no comprende
ni recuerda
e imagina los verbos por los
cuales
sufre
que también son tres

-ver, tocar, oler-

entonces, predicado es parte de sí mismo,
es el centro de una galaxia antigua
y no necesita que lo
llamen por su nombre
-todas las comas del espacio lo nombran-


juntos se mecen
juntos un instante se mecen
juntos, sólo un instante
y separados van
por donde quiera que pueda ir cada cual
pero sobre todo separados van
 

y
nada vuelve el sentido
de las agujas
ni
nadie tiene reloj
en su cuello
y
el que tenga el tiempo en un hueso
doblado o como surja
ni
intentará soplar esa garganta
de voz quebrada y patinante
y
que el tiempo explote hoy mismo, en este instante
porque sujeto y predicado
no tienen más que
 
un nexo subordinante en forma
verbo en condicional
y eso
                                                       ay
   
                               ay
 
 
ay wait for you

 

monólogo de madera

podría convertirme en rama de árbol
y nadie me creería
que alguna vez fui ave,
pero aún así
                me prefiero                  raíz;
extender cada uno de mis dedos
a tus rincones sombra
y calcular extensiones falángicas
y dibujar en el tiempo (que flota)
y deletrear sin sones
y escupir bostezos
al aire
       (que transcurre).
 
una sensación de vacío,
de despedida cerrada al vacío digo,
atenta al paso del tiempo.
y también atenta, ella (atencionadamente).
lo tienta.
contra él.
aten
ta.
          ay.
con bombas de ojos a medio cerrar.
quedan en la esquina sin árboles
de pie, como lo que eran, estaban, miraban, pretendían.
y desde esa línea
                        y desde este arrepentim i e n t o
                        en forma de posdata
ah, línea
que supone en cada extremo
un par de ojos que se
des-hacen. y que existen ahí
hasta el nosvemos final.
hechos, nueces, los ojos -azules-
siempre nueces azules de difícil digestión.
sin
   bordes y sin gusto
amargo
tan sólo porque no fue degustado el chau. de él
mientras escalaba el retorno a sus sábanas
-desde donde había escapado varios siglos atrás-
argumentó:
quizás no alcancen a llegar los dedos del sillón,
hasta la piel de la madrugada
y
cuando vuelve el viajante se pregunta
-todo estaba así cuando me fui?-
los paisajes justifican los viajes,
la duda, dijo ella.
los recuerdos bailan al ritmo
de los inoportunos, los sonrientes
amanecedores con licencia
amigos desde otro tiempo sin luces.
 
ella, para esta época del año
ya se debe haber vuelto mariposa.
él, se miró las manos con los tallos
propios del otoño y esperó
de nuevo sus hombros,
sus hombros
tan para dormir
acaso devenidos en alas.
 
o
quizás tampoco ocurra nada de lo
que
debería,
y tomo un vaso agua
                                             color verde.
y dejó caer la cabeza
en el hombro de madera.
hasta quedarse dormido hasta la primavera.

 

monólogo de nube

aún así,
hechó raíces en esa sustancia
de algodón
donde las violetas, los golondrinos, y las
mismas miradas de siempre
guardan el anhelo en su bolsillo,
descosen los bolsillos y dejan caer las migas
tus migas. desenhebran los hilos que lo hacían sonreir.
enmarionetadamente.
se barrerán de sólo buscarlas
la migas,
nadie deberá saber que yo soy
el hombre que inventa las nubes.
que la lluvia suponga mi inexistencia, mejor será.
-tampoco imaginó ella que él era agua y llovizna
ni que de su boca los truenos mal llamado toses iban
tras su piel-
y cuando todos creían que explotaba y volvía
a implotar
se logró un silencio en re, siempre desafinado en re
que dejó su lengua hecha una estatua
de sal,
vio cómo el árbol de lluvia se hacía
ceniza
y se esparcía en sus manos y luego en sus dedos
hasta hacerse uña
de sal, uña de estatua.
vio venir un aire y lo respiró y tosió y miró
(cómo la tos pintaba los contornos de un jueves)
a cada lado de sus hombros
y sal, y salió. de ahí.
cuándo vendrán por mí y me harán viento? pensó.
ella, siempre con esas vocales estiradas como
dos brazos en cruz.
al norte, su ilusión. de soñar que el sur tambíen tose.
aclararía si te dijera que llovieras?
aunque quizás sea tarde para experimentar
con los dedos
de esta mano alguna vez quziás
pueda explicar las razon de cada gota
dicho lo cual, aclaró.
y se fue a dormir, sin cruz, sin brazos, ajenos.

monólogo de manos

son tres los tipos de manos
(en el submundo
de los dedos
ni se piensa en cuatro)
a saber,
 
amarillas
rojas
con forma de estrella
 
amarillas, que al mundo le dan lo que le
sobra
las rojas, en general
más oscuras que el rojo del semáforo,
pero más claras que la sangre de las alcantarillas
que cuentan monedas, minutos, granos de café,
olas, arrugas, orugas, ventanas, tapices
y calculan incendios de pestañas,
y soportan los gestos de rigor
y
al fin,
no aportan
tanto
como
 
las que tienen forma de estrella
fugaz, de mar, de cine, de navidad
ésas valen dos o tres minutos
de cualquier reflexión marina
llena de iodo,
según el gusto del pensador
 
cuando
cuento (una, dos, tres manos)
 
me parece que las conozco
todas,
o al menos todas las tuyas
ampliamente
digamos,
soy el inventor de tus manos del mundo
 
 
1)
porque
una mano come a la otra
como un pez al anzuelo de miel
pero
saluda triunfal
mente
y explota en partículas más pequeñitas
que el pensamiento más improbable
del pensador más suficiente
 
y sella un pacto
digamos, un acuerdo de manzanas verdes, (más adelante serán almendras)
un adiós
unquetaltantotiempo
o un vals de viejitas despintadas
pero, siempre en el fondo
son dos manos
nudo marinero
que se entrelazan
como hilos de piel
 
2)
otra cosa
son las manos que constatan la lluvia
del primero de los cinco truenos
que son red de cualquier
hombrecito que se haya trepado a una nube
nube sombrero
 
que se clavan interpalmares
como estacas sin maderas
como índices del cielo que señalan
tendones
tambores tum tum tum
pero
 
esto es más improbable
que nos pase
porque la lluvia plic plam plum
sos vos
y tus dedos;
 
y el agua
de tus muñecas se evapora
cada vez que los tengo
entre los míos
 
3)
las manos de las plantas
se cree que son verdes
desde hace sesenta mil otoños
pero no,
no te fíes de los filósofos con ramitas en los ojos,
que germinan
fotosintetizan almendras ecológicas (antes fueron manzanas)
 
y al final
cualquier verde
termine siendo
un cuarto tipo de mano,
hasta hoy
inexistente.

monólogo de lluvia

se corrió dos pasos hacia la izquierda,
como cada vez que llovía
-o derramaba una pecera gigante
o un lago guardado en un volcán-
y vio, que
abajo
la gente permanecía inerte
arqueados, como girasoles y giralunas
y
prefirió demorar la resolución acuática
dos o tres minutos
abajo
el tumulto vociferaba, rugía
se secaban las gargantas de silencios
los ojos tuti miradores y las manos sin
rasgos de futuro, sin tarotistas en forma
de arcoiris, arcopupilas y arcocejas
abajo
siempre está la nariz en pendiente
y más allá los labios del mundo
por donde esos ojos, ojos de giraestrella
hacen y deshacen la memoria
el barro, el fuego y el tronco donde se sentaba
él, ella por un instante deja pasar las palabras
y se peina, se despeina, se queda. como un gnomo verde
redondo doble aguileño morocho corto vos.
yo soy un balcón a punto de tirar los baldes,
y comenzó
por dejar caer cuatro párrafos de agua sin bendecir
los hidrófobos de siempre se escondieron
dentro de un caracol con aislante
parecían trescientas una forma de llover
y cada una diferente a su predecesora
a la izquierda del chaparrón nadie
cuestiona la humedad
se empapan hasta las cabelleras más diminutas
cortadas por las manos de
ella
esas que él prefiere, agradece, le notifica
son sus formas de hacerle saber
cómo prefiere la lluvia
en cualquiera de las cuatro esquinas que ella lo espere.
cuando
de la lluvia prefiera
él,
ir dos pasos para el otro lado
 
para mirar todo al derecho y al revés.